¿La pasta engorda?

 

La pasta es uno de los alimentos favoritos para grandes y chicos en España y en el mundo entero. Además, puedes encontrarla en casi cualquier restaurante y es muy fácil de preparar en casa. Pero como suele ocurrir con muchas de las cosas que son tan populares, existen mitos y verdades que rodean este alimento, especialmente una pregunta que muchos suelen hacerse: ¿La pasta engorda?

La idea de que la pasta engorda tiene sus orígenes en la creencia de que la pasta está hecha a base de harina y, que no es otra cosa qué almidón. Sin embargo, las pastas alimenticias de calidad superior suelen elaborarse exclusivamente con sémola de trigo duro (el más rico de los cereales). En este caso, 100 gramos de pasta aportan unas 350 calorías, 74 gamos de carbohidratos, vitaminas y minerales.

Además, algunos estudios han llegado a la conclusión que las dietas con mayor contenido de carbohidratos complejos (como los contenidos en la pasta) son asociadas a un menor peso corporal. De hecho, se aconseja incluir una importante cantidad de carbohidratos para prevenir la obesidad. El contenido de carbohidratos complejos de la pasta seca asciende a casi el 75% de su peso, por esto es muy importante en toda dieta sana, sobre todo, si se trata de pasta integral.

La pasta ¿a mediodía o para cenar?

Es muy fácil encontrar información que indica que los hidratos de carbono que se ingieren por la noche tienden a aumentar la ganancia de peso; sin embargo, esta puede ser una creencia sin una base científica. Ninguna guía dietética de referencia hace alusión (por falta de plausibilidad argumental) al momento en que debe ingerirse determinado alimento.

¿La pasta engorda?

¿Cómo cocer la pasta?

La cocción de la pasta es algo fundamental, aunque en ocasiones no se le presta la atención necesaria. Para asegurarte de hacerlo bien, es conveniente seguir las instrucciones del fabricante. De esta forma, el modo de cocinar la pasta puede influir en que ésta sea una fuente de energía lenta o todo lo contrario, que se convierta en un alimento rico en azúcares de fácil y rápida asimilación. Esto último explica que al poco tiempo de su consumo se vuelva a tener hambre.

Para que la pasta se convierta en una rica fuente de hidratos de carbono complejos de absorción lenta, ha de quedar cocida ‘al dente’, es decir, cocida por fuera y semicruda en su interior. En este sentido, el modo apropiado de cocción para la pasta es calentar un litro de agua con un chorrito de aceite por cada 100 gramos de pasta. En cuanto rompe a hervir el agua, debes añadir un puñado de sal y la pasta. Después se remueve de vez en cuando para lograr que quede suelta. Para saber si ha alcanzado este punto, puedes sacar de la cazuela un espagueti o macarrón, partirlo por la mitad y comprobar si su interior está algo crudo (de color diferente). En ese momento, retira la pasta del fuego y escurre.

Mejores salsas para cada tipo de pasta

Pastas largas (tallarines, espaguetis, cintas): salsa de tomate o apenas especiada (napolitana), salteados de marisco, salsa alioglio (ajo y aceite), carbonara ligera con nata y huevo, o salsa pesto.

Pastas tubulares (macarrones, plumas): opciones más contundentes como salsa boloñesa, salsa carbonara con tocineta, salsa funghi, salteados con tocineta, bacón o salchichas con salsa de tomate o con bechamel.

Formas grandes (conchas, regatones): potajes como la escudilla o salsa con verduras. También pueden rellenarse con foie o setas y luego hervir con una salsa ligera o como guarnición.

Formas pequeñas (fideos, estrella): elaborarlas en sopas, caldos y fideuá.

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