Solo los recios….. Solo los fuertes……

Leónidas I (Griego: Λεωνίδας) fue el 17º rey agíada de Esparta. Encontró la muerte en 480 a. C., durante la Segunda Guerra Médica, en la heroica defensa de las Termópilas, bloqueando el avance del ejército persa de Jerjes I.

Fue uno de los hijos del rey agíada Anaxandridas II de Esparta. Sucedió en el trono, probablemente en 489 o 488 a. C., a su hermanastro Cleómenes I y se casó con Gorgo, la hija de éste. Al tener dos hermanos mayores, Cleómenes y Dorieo, no se esperaba que pudiera llegar a reinar, pero Cleómenes falleció sin descendencia masculina y Dorieo murió, probablemente poco antes que Cleómenes, en Sicilia luchando contra los cartagineses.

En 480 a. C., los éforos de Esparta enviaron a Leónidas al frente de 300 hoplitas y 4.000 soldados aliados para bloquear al ejército persa de Jerjes I en el paso de las Termópilas.

Los 300 hoplitas constituían la guardia real, a razón de un centenar por cada una de las tres tribus en que estaban divididos los espartanos. Este cuerpo estaba formado por ciudadanos de Esparta que contasen con algún descendiente masculino a fin de que, en el caso de fallecer en combate, no se extinguiera su familia. Cabe destacar que si bien siempre se sugirió que fueron 300 espartanos los que defendieron el paso de las Termópilas, contra aproximadamente 1.000.000 de efectivos persas, las investigaciones modernas demuestran que en realidad eran 6.000 griegos contra 250.000 persas, una fuerza impensable para la logística de la época. En cuanto a la cantidad de griegos, eran 300 espartanos cada uno de ellos acompañado por 2 ilotas (dos de sus siervos personales), además estaban presentes hombres de todas las colonias espartanas, tales como Tespia. Ademas, los tespianos murieron en las Termópilas junto a Leónidas y sus espartanos, aunque siempre el mérito se lo llevan estos últimos.

Según una historia contemporánea, Leónidas iba acompañado únicamente por una fuerza pequeña porque se dirigía deliberadamente a su perdición, ya que un oráculo había vaticinado que todos los estados griegos, incluyendo Esparta, sólo podrían ser salvados con la muerte de uno de sus reyes, a lo que Leónidas habría respondido: “Yo soy ese rey”. Sin embargo, parece más probable que Leónidas no pudiera disponer de más hombres debido a la celebración de las fiestas Carneas.

Varias anécdotas demuestran su valentía y el carácter lacónico atribuido a los espartanos. En el primer día del sitio, cuando Jerjes exigió la entrega de las armas a los griegos, Leónidas contestó Molon Labe (“Vengan por ellas”). Al tercer día, el rey dijo a sus hombres que desayunaran bien; pues “Esta noche cenaremos en el Hades”. Los hombres de Leónidas repelieron los ataques frontales de los persas los dos primeros días, pero cuando el griego Efialtes condujo a Hidarnes, general persa, por un camino entre las montañas hacia la retaguardia de los griegos, Leónidas dividió a su ejército y permaneció en el paso con 300 espartanos, 700 tespios y 400 tebanos que fueron mandados a sus hogares para contar la heróica historia de estos guerreros espartanos. Fue tal el ímpetu con el que los espartanos lucharon que Jerjes decidió abatirlos de lejos con sus arqueros para no seguir perdiendo hombres. Leónidas fue alcanzado por una flecha y los últimos espartanos murieron intentando recuperar su cuerpo para que éste no cayera en manos enemigas. La batalla duró cinco días y los persas consiguieron derrotar a los temidos espartanos, pero éstos ya habían retrasado notablemente el avance de Jerjes, lo que permitió la evacuación de Atenas y la reorganización de las tropas y las fuerzas navales, diezmando la moral de los persas y provocando un buen número de bajas.

Esparta lo enterró con todos los honores, incluyendo una exhibición de duelo no habitual entre los espartanos. En el lugar de su muerte se erigió un monumento con un león junto con una inscripción escrita por el poeta Simonides que decía así:

Ὦ ξεῖν’, ἀγγέλλειν Λακεδαιμονίοις ὅτι τῇδε κείμεθα, τοῖς κείνων ῥήμασι πειθόμενοι

Oh, extranjero, informa a Esparta que aquí yacemos todavía obedientes a sus órdenes

No se conocen los hechos con suficiente detalle para juzgar la estrategia de Leónidas, pero su heroísmo le ha asegurado un lugar único en la Historia.

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