¿Las cerezas engordan?

 

Las cerezas son unos frutos muy apreciados por su excelente sabor, también son populares entre niños y proporcionan diferentes beneficios confirmados por la ciencia. Las cerezas suelen llegar a los consumidores en su tiempo y forma óptima, pues pasan del árbol a la mesa y solo están disponibles durante unas pocas semanas al año. Pero ¿Las cerezas engordan? Mitos y realidades.

Mientras más dulces y grandes sean las cerezas, mejor es su calidad. Las dobles son una malformación y la variedad más habitual es la napoleónica, roja oscura (casi negra), dorada por dentro y carnosa. Existen muchas razones para aprovechar esta fruta muy ligada a la temporalidad y geografía que solo puede disfrutarse durante determinado tiempo en el año.

¿Las cerezas engordan?

En primer lugar, es importante mencionar que las cerezas, al igual que otras frutas, cargan con la mala etiqueta de que hacen engordar. A pesar de ser dulces, su contenido en azúcares naturales –y, por ende, en calorías– no es superior al de frutas comunes como las manzanas, mandarinas o peras. De hecho, 100 gramos de cerezas proporcionan 48 kcal, una cantidad de energía que equivale a las 54 kcal de la misma cantidad de manzana, las 50 kcal de 100 gramos de pera o las 46 kcal del mismo peso de nectarina.

En este sentido, resulta necesario resaltar que un factor que influye en que engordes o no, es la cantidad total de calorías que consumas al día, sobre todo si esta cantidad es superior a la que tu cuerpo necesita y, mientras más calorías tenga un alimento, más fácil podrá ser ingerir más calorías de las necesarias. Entonces, como sucede con cualquier cosa, hay que controlar la cantidad, y con las cerezas puede ser más fácil debido a que puedes elegir cuántas comer, a diferencia de frutas que se toman en grandes piezas enteras.

¿Las cerezas engordan?

Otro de los mitos que rodean a las cerezas es que puede ocasionar malestar si se bebe agua después de su consumo. En este sentido, quienes han podido disfrutar de la ingesta de cerezas cogiéndolas del mismo árbol, y beber agua después para refrescarse, aseguran que se trata de todo un placer. Y puede producir diarrea. Sin embargo, la causa no es la relación cereza–agua, sino una lógica respuesta a una indigestión o empacho. La única precaución con las cerezas y el agua, es la de no lavarlas si no las comerás de inmediato. Hay que guardarlas sin tapar y sin limpiar en la nevera, ayudándolas a aguantar hasta dos semanas en perfecto estado.

Por otro lado, debemos resaltar el contenido de betacaroteno en las cerezas, al igual que vitamina C y, sobre todo, ácido fólico, además de minerales como potasio y pequeñas dosis de magnesio, fósforo y hierro. Las cerezas también aportan fibra y una alta concentración de antioxidantes. Entre ellos se destacan las antocianinas y la quercetina, que son flavonoides, así como compuestos fenólicos. Estos datos confirmados por expertos, permiten afirmar que las cerezas son una fuente incuestionable de salud, sobre todo para las dolencias y achaques que aparecen a partir de los 40 años de edad.

En conclusión, las cerezas no engordan, o por lo menos no directamente. Son ricas en carbohidratos, sobre todo fructosa, pero también son una excelente fuente de fibra, algo que compensa con creces la ingesta de calorías. Además, el consumo de cerezas está recomendado para combatir el sobrepeso gracias a su efecto diurético y depurativo, así como por la escasez de sodio y grasas que potencian su acción adelgazante.

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